Te recuerdo siempre.
No creas que no.
En las montañas de amanecer.
En el frío de la noche. Pensando con nostalgia de esos días en que venías por mí y estabas en tu auto esperándome.
Te he recordado también porque he necesitado tus abrazos, tu escucha comprensiva, tu profundo amor. Estos días en que la amistad también tambalea. Y esa amiga mía que conociste ya parece que no me quiere hablar ni saber de mí. Seguro me ayudarías a comprender qué pasó, qué hice mal, en qué le fallé. Nada es lo que parece, mi niñito. Te gustó ver mi interacción con ella, pero así, sin poder entender, se me escapa de las manos.
Me gustaría contarte tantas cosas. Y también saber de ti. Pero ahora más que nunca sé que lo que yo necesito no tiene nada que ver con lo que necesitas tú. Y quiero ser fiel a eso, aunque te extrañe tanto.
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