También ha sido gratificante. Pensé que estar acá me iba aliviar en muchos sentidos, como por ejemplo descansar de los conflictos familiares. Sin embargo, he valorado lo que tengo y me he dado cuenta que prefiero los conflictos de mi familia y entorno, que tener que lidiar con personas que no conozco y que tengo que soportar casi de forma obligada.
Mi vida en Chile es bella. No es perfecta, claro está, es que nada puede serlo. Pero tengo una familia que me quiere, que me acompaña, que se preocupa por mí y que me entrega todo lo posible. Un pololo maravilloso, pocos pero buenos amigos, un país bello, con gente cálida y cercana y montón de cosas que no podría valorar si no estuviera tan lejos.
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